Rosita

-Pagliaroli, marzo; Torchio, marzo; Sosa, diciembre…; Ivanisevich, MARZO”

Noviembre, año 1993. Hasta éste año, ése llevaba el puesto uno al peor año de mi existencia. Tercer año de la secundaria, tiernos 15 añitos.
Mi año había sido un desastre. Una preceptora había puesto en mi libreta algo así como “infantil”, aunque –gracias a Jebús- no recuerdo exactamente sus palabras. Fuí el blanco de las gastadas durante el siguiente semestre.
Otra profesora me trató de tonto delante de los 30 alumnos, y todo porque “reaccionaba” a las gastadas. Maldita puta sin sentido común, ponéte en mi lugar, idiota. Encima me amonestó por “reaccionar” tirando un…bollo de papel. Por dios.
Me llevaba 6 materias.
Un de ellas era Matemáticas. En 5 años me la llevé 4 veces. La odiaba. Odio todo lo que no tenga matices, y en matemáticas, o está bien o está mal, that’s it. Fucking math. La profesora era Rosita, una vieja que por su aspecto, podía haber asistido al nacimiento de Mahoma.
La cuestión, es que 4 de nosotros íbamos derechito a marzo, sin escalas en diciembre. Cuando Rosita Mazzoni, dijo mi apellido, salté como si me hubieran apagado un cigarrillo en el orto, aunque no era la primera vez que alguien lo hacía.
(Lo de apagar un cigarrillo en mi culo, digo, por si no se entendió.)

Rosita según google. Este buscador es lo más (?)

Tomando mi prueba de mitad de año, me paré y fui delante de su escritorio, al grito de -“Y esto que MIERDA ES!!!!?, es un 7, SIETE!, no puedo ir directo a marzo, la puta que te parió!!” gritaba yo desaforado, revoleando la hoja delante de sus narices ignorantemente repingada.
-“Ésa palabra la voy a anotar, jovencito…”
-“Anotame ésta, vieja del orto. ESTA!”

En una pausa, nos reunimos los que íbamos a marzo derecho:
-“Y ahora que hacemos?” dijo el Laucha, uno de los más graciosos de curso; -“No quiero ir a marzo, estoy hasta las bolas”.
- “Amenacemoslá”, dijo Palolo, el más dulce y tierno de la clase; -“Amenacemoslá que se caga toda, ya pasó varias veces, uno la corrió hasta la casa”
-“Pero que sea con cuidado, primero la tanteamos a ver que dice”, dijo Matera, 1.90m, 100 kilos y 16 años, asiduo visitante de prostíbulos de dudosa calidad.
-“…” dije yo, que no podía hablar y las venas de mi cuello estaban azules ya.








Cuando termina la clase, la arrinconamos entre los 4. Los demás hablaban, yo masticaba bronca detrás.
-“Pero Rosita, no nos podemos ir a marzo directo”
-“Miren, ustedes no estud…”
-“Vamos Rosita, no sea así…”
-“Se hubieran preocupado antes, porque…”
-“Porque no nos manda a diciembr…”

A esa altura yo no había metido bocado. No podía hablar, estaba REALMENTE indignado, mis notas no eran tan bajas como las de los demás, sentía que no tenía que estar ahí, que yo tenía que ir a diciembre, porque los otros eran un desastre enserio, de hecho, dos de ellos no pasaron el año…

Así que ya no daba más con la negociación. En un acto de cordura (?) y diplomacia habitual en mí (?), tomé de los hombros a dos de ellos, los aparté, y con mi dedo índice señalando su nariz, le dije a Rosita:
-“Usted me manda a mí a marzo y yo LA RECAGO A PALOS, me entendió, vieja de mierda?”
-“Pero porque la violenc…”
-“Porque sí, porque mis notas no son para marzo. Estoy re-loco (?) y no sé como voy a reaccionar, capaz la cago a trompadas.”