Es difícil explicar que siento cada vez que veo a la Selección Nacional de Báquet. No me pasa con ningún deporte, ni siquiera con el futbol. Me emociona hasta las lágrimas. Después de ver a Ginobili lamentandose por perderse el tercer puesto, o no poder jugar la mitad de la semi, y sin embargo quedarse, y declarar "Sentí una gran frustración por la lesión. Estoy dejando al equipo en un momento importante y eso me duele. Dejar el equipo no me gusta, quiero estar y no puedo. Eso me molesta. Quiero estar así perdamos o ganemos...". Ver LOS HUEVOS que pone el Chapu Nocioni, en una pierna, poniendomé la piel de gallina cada vez que se tira al suelo a pelearla con los grandotes. Ver la calidad de Scola, el capitán del equipo, alguien que entiende el juego como pocos. Oberto, chocando contra pivotes mucho más grandes que él. Delfino, quien por fin se puso los pantalones y demostró porqué jugó en la NBA.

Desde la preparación ya le tenía UNA FE CIEGA a este equipo. Sabía que iban a llegar lejos, jugaran bien o mal. Con lesiones, con un equipo corto, Argentina se las arregló para llegar al podio por segunda vez consecutiva. 4 semifinales seguidas en los últimos 4 grandes torneos, dos ganadas y dos perdidas.

Scola, Ginobili, Oberto, Delfino, Nocioni, Prigioni, mi coterráneo Leo Gutierrez, Paolo Quinteros, el yacaré Kammerichs...gracias, gracias por hacerme sentir orgullosísimo.